Gotas de Felicidad desde el Lago de Bolsena

Te inspiro a crear recuerdos memorables que puedas atesorar para siempre

He Visto una Lechuza

He Visto una Lechuza

Sentada en la hamaca, con mis pies colgando y una zapatilla tirada en el suelo, rodeada por el aroma de la hierba y el toque de la suave brisa del este, observaba el crepúsculo de la mañana acompañada por el silbido de una lechuza.

Todavía en pijama, me balanceaba hacia adelante y hacia atrás con mi té de hierbas humeante en la mano, cerrando ocasionalmente mis ojos para discernir la dirección del canto.

Meses atrás me las arreglé para verla de cerca: escurridiza y silenciosa como un ladrón en el corazón de la noche, su figura robusta y redonda se había posado frente a , por un breve momento en una pared de nuestra morada, para hacerme compañía. Luego, en absoluto silencio y sin agitar ni una pizca de aire, voló, desapareciendo en la oscuridad de los bosques circundantes.

Así como había llegado, tranquila e inesperada, tan ligera como una hoja llevada por el viento, desapareció bajo el cielo estrellado de una noche de verano cualquiera. Todavía recuerdo su silueta perfectamente ovalada, y sus notas ocasionalmente agudas, casi melancólicas, que se perdía entre los fresnos.

En los días que siguieron la busqué al atardecer, entre las casas, en las viejas granjas abandonadas y en los graneros. Necesitaba su presencia. Quería verla de nuevo, maravillarme de sus movimientos elegantes, y ese vuelo solitario lleno de realeza. Pero la reina de la noche no volvió a aparecer.

Un domingo de otoño, aprovechando que la tía Gilda había venido de visita, le pregunté si entre su vasto repertorio de cuentos e historias, había uno sobre la lechuza. Ella me miró con una sonrisa, se sentó en el sillón al lado de la gata Milly y tomó sus inseparables agujas de tejer de su bolso multicolor y luego comenzó:

«¡Ah, la lechuza! ¡Qué criatura fantástica! ¡La más noble de todas las criaturas de la noche! Desafortunadamente, no todos los pueblos antiguos la veían favorablemente. Para muchos, simbolizaba la muerte, la oscuridad y la desgracia, soportando el hambre y la enfermedad.

No estoy segura de si estas historias son ciertas«, dijo mientras arreglaba un punto caído, «pero ciertamente es mejor no encontrarla en la noche de la Epifanía, un momento en que los animales ganan el poder de hablar y pueden maldecir a los humanos que se atreven a escuchar sus conversaciones. Así que, si yo fuera tú, evitaría buscarla ese día«, agregó casi jugando. 

«¡Y es mejor que no choque contra la ventana!«

«¿Por qué? ¿Qué pasa?» Pregunté mientras recuperaba una ovillo que se había deslizado bajo las garras de la gata. «¡Porque significa que pronto habrá un desastre en esa casa!«

«¡Cuánto chisme, tía! Dime algo bonito«.

«Bueno, en la antigua Grecia, tenía un destino algo diferente. Todo gracias a la diosa Atenea, que llevaba una lechuza en su hombro. Fue gracias a ella que esta ave se convirtió en un símbolo de sabiduría entre la gente.

Varias leyendas populares también hablan de viejos sabios, reyes y líderes tribales que, al caer la noche, iban al bosque para consultarla y tomar las decisiones más sabias para guiar a su pueblo.

Pero hay más: hasta no hace muchas décadas, en el norte de Europa, no era raro que los estudiantes universitarios llevaran objetos con forma de lechuza como amuletos de la suerte durante los exámenes. Otros afirmaban que representaba la comprensión y la visión de la luz después de resolver un problema. Los que lograban verlo adqurìan el don de la clarividencia…«

«¡Yo la vi una vez!» interrumpí toda emocionada, «y muy de cerca, también

«Entonces tuviste suerte; no es fácil encontrarla. Son criaturas muy tímidas y poco sociables hacia los hombres«.

«Pero yo soy una mujer; tal vez por eso vino a mí

«Tienes razón. De hecho, las mujeres siempre han tenido una relación especial con los animales nocturnos, lo que, por cierto, hizo que los hombres se pusieran increíblemente celosos. Por eso se les ocurrieron todas esas historias absurdas sobre brujas«.

«¿Qué historias, tía? quiero saberlo todo«.

«Durante la Edad Media, era una creencia generalizada que las hechiceras usaban estas aves para realizar sus hechizos malignos y tenían la capacidad de transformarse en lechuzas para moverse tranquilamente en la oscuridad, recolectando hierbas venenosas para usar en sus pociones. Pero, por supuesto, nada de esto es cierto. ¿Tu qué piensas, en cambio? ¿Que la lechuza es buena o mala?«

El inconfundible sonido de las hojas crujientes de un árbol me hizo cosquillas en el oído. Me volví bruscamente hacia la ventana abierta, convencida de que era ella, la lechuza, quien, escuchando nuestra conversación, de alguna manera quería intervenir.

Pero afuera, no había nadie. Había sido el viento, que por lo general se levantaba en esas tardes de otoño antes de la puesta del sol, lo que me obligaba a salir corriendo para recoger todo lo que podía, o de lo contrario se llevaría todo volando.

«Shhh…mira, pero sobre todo escucha» dijo la tía Gilda, levantándose lentamente del sillón y señalando más allá de la ventana.

No tenía ninguna duda: era ella, con su inconfundible melodía, anunciando la llegada de la oscuridad, y en ese preciso momento, entendí que la lechuza era buena.

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