Cuando tenía veinte años, solía creer que, en comparación con los humanos, los árboles eran una forma de seres superiores, y en mí albergaba el deseo de convertirme en uno.
Durante mucho tiempo, creí que no me gustaba esta realidad, la tercera dimensión como la llaman, y todo lo que quería era convertirme en un roble gigante para desaparecer y no ser más humana.
Por supuesto, ahora que estoy en mis cuarenta, ya no quiero desaparecer y me encanta mi forma. Sin embargo, permíteme explicar algo acerca de los árboles que la mayoría de la gente todavía no sabe. Porque el problema no era (y no es) «se humanos», el problema, si queremos llamarlo así, es la necesidad de experimentar la realidad de una manera más profunda, de respirar la vida en su totalidad, sin juicio, como lo hace un árbol.
Sí, de ‘respirarla’, porque la vida ha sido creada para ser respirada, para inundar tu cuerpo con la energía y el poder de toda la creación, como una descarga eléctrica que te ayuda a recordar que Dios vive dentro de ti.
No es coincidencia que las civilizaciones antiguas consideraran a los árboles como seres sagrados. Exploremos algunos de ellos:
Árboles Sagrados Antiguos
El Árbol del Cielo, venerado en el chamanismo húngaro.
El Manzano Dorado, situado en el jardín de Hespérides en la mitología griega y custodiado por un dragón.
El Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal en la mitología del judaísmo y del cristianismo.
Yggdrasil, el árbol del mundo en la mitología nórdica.
Y no olvidemos los árboles de los deseos, todavía presentes hoy en muchas partes del mundo, no necesariamente vinculados a la religión. Yo misma colgué un objeto de las ramas del árbol de los deseos en Umbría hace un año. ¿Era en serio? Sí, ¿por qué no?
La Unión Perfecta Entre los Tres Mundos
Los árboles encarnan lo que yo llamo «la experiencia de vida sin filtros más completa«.
Sus raíces están firmemente plantadas en el suelo, conectándolos con el inframundo. Simultáneamente, sus troncos, que representan sus cuerpos, existen en el medio, permitiéndoles experimentar la vida terrenal. Finalmente, sus ramas se extienden hacia los cielos, directamente en contacto con la energía del sol, las estrellas, los planetas y las galaxias.
Además, los árboles viven en completa simbiosis con los elementos naturales, alineándose con las fuerzas que gobiernan el universo mismo.
Cuando el aire roza sus ramas, se convierten en el aire mismo, balanceándose con el ritmo del viento.
Cuando cae la lluvia, reciben el agua a través de sus raíces, bebiéndola para nutrir una nueva vida.
Incluso abrazan el fuego en los días más calurosos del año, e imagino que pueden saborear y oler los olores de su entorno a través de su áspera corteza.
Los árboles son seres sabios, que absorben el conocimiento y los secretos de los tres reinos: subterráneo, terrestre y celestial.
Rituales de Sabiduría y Conocimiento
Es debido a estas razones que los antiguos consideraban los árboles como sagrados, participando en varios rituales para conectarse con ellos y absorber parte de su sabiduría y conocimiento.
A veces, digamos que exageraban un poco y mezclaban su propia sangre con las raíces y el suelo donde el árbol estaba enterrado.
¿Cómo podemos nosotros, los humanos del siglo XXI, incorporar la sabiduría de los árboles en nuestra caótica y ocupada vida?
Prácticas Simples Para la Vida Moderna
Incorporar la sabiduría de los árboles en nuestras vidas modernas puede implicar prácticas simples pero al mismo tiempo profundas.
Por ejemplo, pasar tiempo en la naturaleza, observando la resiliencia y adaptabilidad de los árboles, puede inspirarnos a cultivar la paciencia y la resiliencia en nuestras propias vidas.
Puedes dar un paseo por el bosque o el campo, quitarte los zapatos y sentir el suelo bajo tus pies para conectarte con las raíces de los árboles que, aunque invisibles, prosperan bajo tierra, absorbiendo la sabiduría del suelo.
Por supuesto, también puedes abrazar un árbol y quedarte el tiempo que desees. Compartiendo tu historia, tus dolores y tus sueños con él.
Si nunca lo has probado, puede parecer extraño, pero déjame asegurarte que incluso si parece que el árbol no está interesado en lo que estás diciendo, haciendo o preguntando, en realidad lo está.
Pueden pasar 24 horas, una semana o incluso un año, pero te prometo que un día escucharás una voz que emerge de lo profundo de ti mismo, ofrecièndote la guía que necesitas en el momento que la necesitas.
Puedes pensar que es tu propia voz, pero en realidad, es la semilla del árbol plantada dentro de ti que finalmente está brotando. Créeme, ya he paso por eso.