Incluso aquellos que hasta hace pocos días «maldecían el calor» no permanecen indiferentes a la huella de nostalgia que el Ser del Verano, reducido a no màs que un simple aliento, deja detràs de sí.
De vez en cuando todavía se oye alguna cigarra macho, cuyo canto, una vez vivaz e incesante, se ha vuelto solo un susurro.
Quién sabe si se da cuenta de que la temporada de verano ha terminado, y que su ciclo, tan largo en la oscuridad de la tierra y tan corto bajo el sol, ya ha llegado a su fin.